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El Danubio: una joya de la naturaleza en medio de Caquetá

posted by Arranca
Apr 30, 2019 2421 3 0
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A 35 minutos del casco urbano de Florencia, en Caquetá, está la reserva El Danubio, un destino para conectarse con la naturaleza, vivir planes de aventura y comer delicioso.

 

Caquetá fue una zona de difícil acceso por el conflicto pero hoy, gracias al turismo organizado, son cada vez más los que llegan a la ‘puerta de oro de la Amazonia’ y quedan con ganas de volver. Sus mayores atractivos son la naturaleza, las cascadas, los ríos y los planes de aventura, que se han ido posicionando con el tiempo.

Al departamento aún le falta promoción y por eso es común que se desconozcan sus potenciales turísticos. Pero al planear la agenda de viaje y hacer maletas es fácil darse cuenta de que la lista de lugares y reservas naturales por conocer es interminable. Una de ellas es la Reserva Natural Ecoturística El Danubio, en la vereda Las Minas, a unos 35 minutos del casco urbano de Florencia. La recomendación es llegar temprano.

A este lugar hay que ir dispuesto a desconectarse de la tecnología y preparado para los planes extremos, el agua y la diversión. Más recomendaciones: empacar ropa de cambio y contratar un taxi durante toda la tarde en la reserva. Como la comunicación es difícil, es una buena opción para evitar contratiempos.

La aventura caqueteña comienza desde la subida al carro. La carretera hacia El Danubio está llena de bosque, ríos, aves y, si hay suerte, hasta se pueden ver monos en los árboles, ideales para los amantes de las fotos. Faltando 20 minutos para llegar la vía pavimentada se termina y se debe dejar el carro parqueado (es seguro) y comenzar a caminar. La primera travesía es cruzar un puente colgante de casi 40 metros de longitud, que está a unos 20 metros de altura del río Bodoquero. El paisaje en este punto es increíble: el agua del río es tan cristalina que se alcanzan a ver las piedras.

Cinco minutos después de cruzar el puente se está frente al El Danubio, un refugio de 54 hectáreas de bosque, cascadas y con dos casas en madera, la primera recibe al visitante con productos típicos de la región: queso, chocolate copoazú y arazá; y la segunda, con hamacas para dormir después del ejercicio, la adrenalina y las caminatas.

El queso caqueteño relleno de dulce es el impulso para iniciar el camino hasta el cañón ‘Inicio del hombre’ o Murui Muinane en lengua amazónica, que es una montaña de 20 metros a 30 minutos de la casa. Mientras se camina por el sendero, se aprende de las 1.550 plantas que hay en la reserva, de la historia de este lugar y de cómo el turismo se convirtió en una oportunidad de progreso para Caquetá después del conflicto. Esa es la mejor manera de distraerse: la caminata es intensa para quienes no están acostumbrados.

Al llegar al cañón todo cambia: el calor que es constante en la urbe ya no se siente. El río, los árboles y la cascada hacen que el ambiente sea fresco, incluso después de la larga caminata. Lo que viene es fuerte: bajar los 20 metros de la cascada haciendorappel. Antes de comenzar el sendero, los visitantes son equipados con arneses, cuerdas y ganchos para descender el cañón con seguridad.

 

El descenso

Según Iván Salazar, guía y propietario de El Danubio, el cañón Murui Muinane es para personas no tan experimentadas, porque hay otras reservas que son de hasta 45 metros. Pero para el que no ha hecho este deporte de aventura, El Danubio es todo un reto. Los guías preparan las cuerdas y hacen desde abajo la llamada línea de vida, que es la que le da mayor seguridad a la persona que desciende.

Para hacer este deporte se recomienda usar tenis antideslizantes y lycra. Para la actividad se debe ubicar el cuerpo hacia atrás e ir dejando que la cuerda ceda mientras se va descendiendo, nunca hay que soltar las manos de ella. Al principio causa nervios, pero la sensación que viene luego es la de un profesional. Lo mejor de la bajada es que al final hay un pozo para bañarse y nadar un rato. El plan después es volver a la finca para hacer algo que conecta aún más con la naturaleza: el temazcal.

Se trata de un ritual de limpieza indígena que sirve para liberar el espíritu y sanar la mente. Al ingresar a este lugar, que es una especie de iglú de madera que simula el vientre de una madre, se le canta a la tierra mientras ponen unas piedras calientes en el centro, conocidas como abuelitas. La idea es sudar y comenzar a liberarse de todo lo malo, las preocupaciones se le entregan a la naturaleza y la conciencia se renueva. La sensación después de este encuentro es liberadora.

Al terminar el temazcal, una suculenta cachama ahumada espera servida en hoja de plátano, uno de los platos típicos de Caquetá. Este también puede ser el almuerzo para quienes llegan temprano y hacen otras actividades como el avistamiento de aves y eltubbing (lanzarse en neumático por el río Bodoquero).

Antes de llegar a El Danubio, la advertencia común para los visitantes es el riesgo de que la manigua (madre tierra) los atrape. Y aunque parece exagerado, es cierto que el que va, queda con ganas de quedarse.

CaquetáEl DanubioReserva NaturalTurismo en Caquetá
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